Por Oswaldo González Sánchez,
astrofísico y responsable
de Didáctica del Museo de la Ciencia y el Cosmos.
A finales del pasado
mes de octubre, los motores del satélite GOCE (Gravity Field and Steady-State Ocean
Circulation Explorer, el Explorador del
Campo Gravitacional y de la Circulación Oceánica) dejaron de funcionar por
falta de combustible. Ahora es precisamente la misma gravedad terrestre que ha
estado estudiando durante más de cuatro años la encargada de su final.
GOCE fue lanzado el 17 de marzo de
2009 y aunque, en principio, su objetivo era estudiar durante 20 meses la
gravedad terrestre y las corrientes oceánicas, ha superado con creces dicho
periodo, llegando a los 55 meses actuales hasta agotar todo el combustible
disponible. Su órbita de funcionamiento era bastante baja, poco más de 250 km
sobre la superficie terrestre, una altura necesaria para obtener gran precisión
en sus medidas. Actualmente, sin combustible, la fricción con las capas más
tenues de la alta atmósfera disminuye rápidamente su velocidad, describiendo
espirales descendentes hasta que finalmente reentre en la atmósfera y se
desintegre gran parte del mismo. Se estima que el 25% de su masa de más de una
tonelada sobrevivirá a la desintegración, lo que provocará que entre 40 y 50
fragmentos alcancen la superficie terrestre.
La reentrada de un satélite es todo
un espectáculo. Podríamos ver cómo la atmósfera frena de forma brusca la alta
velocidad, superior a los 7 km por segundo, que posee este satélite, provocando
en él un aumento tan elevado de su temperatura que comenzaría a desintegrarse a
unos 80-90 km de altura y llegaría a ser visible a simple vista en un cielo
despejado. Sólo hace falta que eso ocurra cuando esté situado sobre el
horizonte desde el lugar donde se esté observando, y eso es lo difícil pues lo
normal es que sólo pase una o dos veces al día sobre un lugar determinado de la
superficie terrestre y no más de cinco minutos en cada ocasión. Vamos, una
lotería.
GOCE tiene una órbita polar que
recorre en poco menos de hora y media, pudiendo caer en cualquier punto de
nuestro planeta. Sólo cuando la órbita se sitúe por debajo de los 150 km de
altura es cuando se puede hacer una estimación bastante fidedigna de la hora y
la zona probable de impacto. A día de hoy (viernes 8 de noviembre) con una
altitud de casi 180 km, se estima que la reentrada ocurrirá en torno a las
13:37h del próximo 10 de noviembre, con un margen de error de +/- 25 horas.
Para poder verlo tiene que coincidir
su reentrada con el momento en el que esté sobre el horizonte y esto ocurre en Canarias
únicamente en cuatro ocasiones durante el intervalo actual de 50 horas previsto
para su reentrada (ver tabla).
Si tenemos la suerte de que su reentrada ocurra cuando pase sobre Canarias (especialmente en su paso durante la noche del día 10), podríamos observar un bello espectáculo. Solo se necesita observar cinco minutos antes y después de dicha hora y comprobar si en el cielo diurno o nocturno una bola de fuego se fragmenta en varios pedazos, atarvesando el cielo durante pocos minutos. Lo mejor es utilizar unos sencillos prismáticos para abserarlo. Esta es una buen excusa para realizar una salida y observar nuestro fantástico cielo, con Venus y la Luna creciente como objetos más destacables. Suerte y buena observación.
Tendrás información actualizada de este evento en :
elplanetarista.blogspot.com.es
elplanetarista.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario