domingo, 16 de diciembre de 2012

Matar erizos es un error


Hay aptitudes y creencias tan arraigadas en nuestra sociedad que casi forman parte de nuestro ADN. Conceptos que como una lluvia fina han calado hasta los huesos en nuestro imaginario colectivo. De vez en cuando, en más ocasiones de las que parece, la ciencia nos da un calambrazo y nos demuestra que, eso que llevamos repitiendo y porfiando desde hace años, no es  del todo cierto, o por lo menos, nos proyecta la sombra de la duda razonable.
Esto ha sucedido con los famosos Erizos Diadema (Diadema Setosum). Este animal, recubierto de largas púas, no sólo no es una especie invasora sino que la arraigada costumbre submarinista de escacharlos en cada inmersión está, según los últimos estudios, contraindicada.
El Erizo Diadema tiene un cuerpo ovalado de unos diez centímetros de diámetro. Su principal característica son sus largas y afiladas espinas que pueden llegar a los 25 centímetros de longitud. De color negro o púrpura intenso lo podemos encontrar principalmente en aguas someras y escolleras de muelles. De hábitos nocturnos, siente predilección por el tapiz vegetal y de algas que se encuentran en las costas de medio mundo, este gran apetito lanzó al espinoso animal a la lista de los más buscados entre los defensores del medio marino.
Desde hace aproximadamente dos década se observó un crecimiento incontrolado en la población de este equinodermo con el consiguiente efecto en el medio. Miles de erizos devoraban la cubierta vegetal de las costas de las islas dejando tras de sí rocas desnudas, son los famosos blanquizales. Alarmados por la proliferación de los erizos y sus efectos en las costas, se lanzan numerosas campañas de erradicación, un ejercito de submarinistas se tiran al mar y, puñal en mano, matan a todos los erizos que les permite sus reserva de aire. Esta maniobra buen intencionada se ha convertido en una costumbre arraigada entre los submarinistas. Es raro que en cada inmersión un submarinista no mate a uno o dos erizos. Además de estar ayudando en su control, los deportistas acuáticos pueden disfrutar de un frenesí alimentario que atrae a muchos peces.
Sin embargo, investigadores de la Universidad de La Laguna ponen en duda la efectividad de estas matanzas y advierten que pueden ser contraproducentes y provocar más perjuicios que beneficios. Es el caso del profesor de Biología Pesquera José Carlos Hernández,. “Muchos han pensado que el erizo diadema es una especie introducida, invasora. No sólo no lo es sino que lleva más tiempo en Canarias que el ser humano. Como mínimo está en estas islas desde hace 120.000 años. Es una especie autóctona canaria”. Aunque es una especie que siempre ha estado conviviendo con nosotros, de lo que no cabe duda es que su población se ha disparado, llegando a los 12 individuos por metro cuadrado en las costas de Abades.
Para el investigador de biología marina el motivo de esta superpoblación está clara.”El causante de esta gran población de erizos es la sobre pesca y el cambio climático,  la erradicación de especies de peces que se alimentan de los erizos y el aumento de la temperatura del agua han ayudado a la proliferación de las poblaciones del diadema”.  Según el investigador, la sobrepesca de especies como los Gallos, Viejas, Pejeperro o Sargos han favorecido que hoy tengamos una superpoblación de erizos.
Para los investigadores de la Universidad de la Laguna la solución pasa por las reservas marinas, Para Hernández “las reservas marinas son como máquinas del tiempo, podemos ver que pasa en esas zonas cuando la mano del hombre no interviene. En las reservas hemos comprobado que las poblaciones de erizos se normalizan gracias a que sus depredadores naturales los mantienen a raya. Es el caso de la reserva marina de La Palma, donde el quipo de investigación, también compuesto por los biólogos Sabrina Clemente y Carlos Sangil, ha observado como en  tan solo cuatro años un blanquizal se ha convertido en un algar productivo”. 
Además de recomendar la creación de nuevas reservas marinas y evitar la sobrepesca por parte de pescadores recreativos o deportivos, los biólogos desaconsejan matar indiscriminadamente los erizos. Según José Carlos Hernández “ el machaqueo de erizos por parte de los submarinistas es inefectivo para su control y puede llegar a ser perjudicial para el medio marino. Encontramos erizos hasta los 50 metros de profundidad, cuando se acaba con una población más cercana a la superficie los ejemplares que viven más abajo  la reponen rápidamente, por eso los submarinistas jamás podrán acabar con las poblaciones de estos animales. Además cuando se matan erizos se atrae a muchos peses que luego son presa fácil de los pescadores furtivos, provocando de forma global un saldo negativo en esta acción, que sin duda es bienintencionada pero que desaconsejamos”.
Así que la próxima vez que se sumerja en nuestras costas y tenga frente a usted a un erizo diadema, guarde su puñal, piense que no podemos ejercer de ecólogos marinos y que, en realidad, los erizos no son los responsables de este problema, son sólo un efecto de nuestra voracidad.

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